Me siento triste y no se porque
La tristeza es, en su definición, una emoción que nos obliga a detenernos y reflexionar sobre qué decisiones vitales tenemos que tomar. Es por eso que llegamos a sentirnos tan deprimidos, perdidos y cansados. Nuestro cuerpo y mente se ralentizan para ordenar nuestros pensamientos.
Esta emoción es muy poderosa. Nos obliga a separarnos del mundo exterior y por tanto a centrarnos en nosotros mismos y en lo que sucede en lo más profundo de nosotros mismos. Así descubrimos que nos duele, que nos afecta y que debemos cambiar.
😭 Yo también tengo ansiedad y ganas de llorar
Si la situación adversa que nos provoca tristeza nos abruma y agobia, es completamente lógico que tengamos ganas de llorar.
Además, también se pueden generar episodios de ansiedad, con síntomas como dificultad para respirar, dolores en el pecho, mareos, vómitos, agitación motora o irritabilidad.
Las características de la tristeza y su finalidad
Empezaremos definiendo la tristeza. Algo que primero debemos considerar es que es una emoción normal y que como tal debemos tolerarla y profundizarla. Sin embargo, un segundo detalle que debe recordarse es que la tristeza, como la ira, siempre tiene un detonante, una razón. Algo que a menudo no sucede en la depresión.
- La tristeza es también una emoción muy viva. Este término puede sorprendernos, pero más allá de lo que podamos creer, su objetivo es ayudarnos a sentirnos fuertes, vitales y valientes ante las adversidades de la vida. La tristeza “nos obliga a parar y concentrarnos” y por ello, es común sentirnos más cansados, más lentos, menos receptivos a nuestro entorno.
- Esta emoción, además de la ira, requiere que nos alejemos un momento del mundo exterior para navegar dentro de nosotros mismos y averiguar qué está pasando, qué nos molesta, qué nos duele, qué nos haciéndonos enfadar..
Siempre hay un motivo
La tristeza que suponemos “aparece de repente” siempre responde a un motivo. Nuestro cuerpo será el primero en darnos la señal de alarma para indicarnos que debemos parar. Y piensa en analizar lo sucedido… para aclarar lo que realmente te preocupa.






A veces negamos la existencia de estos problemas porque no podemos parar: son tantos los compromisos, el trabajo, los hijos, la pareja… el frenesí de nuestro día a día es un motor bien engrasado que a veces nos impide ser personas.
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