10 Cosas que amo de ti
En 2022, en este espacio, publiqué una columna titulada El comercial: 10 cosas que me encantan de ti, sobre la posibilidad que -de vez en cuando- explota el llamado cine “comercial” para volverse significativo, sensible y ( por lo tanto) precioso. Como prueba de ello, he propuesto diez películas: Todo o nada, de Peter Cattaneo; Perdidos en Tokio, de Sofia Coppola; Juno, de Justin Reitman; Spanglish, de James L. Brooks; Entre copas, de Alexander Payne; ¿Vamos a bailar? por Peter Chelsom; En Brujas, de Martin McDonagh; Descansa, de Nancy Meyers; Slightly Pregnant, de Judd Apatow, y finalmente, en lugar de honor, la soberbia Really Love, de Richard Curtis. Diez películas no destinadas a festivales (salvo excepciones) ni a leyendas, que los espectadores de a pie hemos apreciado casi sin reservas. Años más tarde, a finales de 2022, escribí otra columna sobre lo mismo: películas comerciales «significativas», añadiendo otros diez títulos al primero mencionado, en defensa de un cine que no pretende ser ni remotamente parecido al de intenciones más trascendentes. Como esa reflexión no fue publicada entonces, vuelvo a ella hoy exactamente con el mismo contenido; es decir, sin actualizaciones.
Abro con Field of Dreams, dirigida por Phil Alden Robinson, con Kevin Costner que construye un campo de béisbol en medio de la nada, sin saber por qué. Follow Me Not Forget (Sweet Home Alabama), de Andy Tennant, en la que Reese Witherspoon regresa al Sur desde Nueva York, descubriendo que, más allá de los éxitos en la gran ciudad, es el hogar lo que en esencia vale la pena. . Asimismo, Getting Mars está en griego (My big fat Greek wedding), de Joel Zwick –una experiencia de notable equilibrio entre la razón y los sentimientos–, cautivadora y estimulante, que ilustra el proceso hacia el matrimonio de una mujer en la treintena (de “muy de ascendencia griega) con un profesor de secundaria vegetariano, cuyos padres son tan estadounidenses como él. Por supuesto, La mejor de mis bodas (El cantante de bodas), de Frank Coraci, una comedia romántica muy divertida con Drew Barrymore y Adam Sandler, de los tiempos en que Sandler se tomaba un poco más en serio a sí mismo. Y por qué no, Amor en juego (Fever pitch), de Bobby y Peter Farrelly –también con el guapísimo Barrymore–, que involucra dos pasiones no siempre compatibles: una por la pareja y otra por… los Medias Rojas de Boston.
me encanta que gracias a ti soy la mejor persona que puedo ser
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